
Siete años después de protagonizar la mayor salida a Bolsa en España desde Bankia (julio de 2011), Ismael Clemente se encuentra ahora en la cuerda floja del vehículo de inversión inmobiliaria que creó junto a sus socios hace menos de una década.
Merlin Properties -siguiendo la estela de nombres mágicos iniciada por su gestora, Magic Real Estate– estudia desprenderse no solo de su primer ejecutivo -continuando la senda de cambios de grandes compañías españolas de reciente calado- si no también a su principal artífice. Abogado de formación -estudió Derecho y Administración de Empresas por Icade (E-3)-, casado y con seis hijos, Ismael Clemente (1970, Valencia del Mombuey, Badajoz), es una de las caras más reconocibles del nuevo inmobiliario español.
En una de sus múltiples entrevistas, Clemente aseguraba que Merlin y su germen Magic fue tan solo el resultado de buscar una salida profesional suya y de muchos de su equipo de inversiones de Deutsche Bank cuando el banco decidió dejar de invertir en ladrillo en España.

Accesible como pocos ejecutivos, en diciembre de 2013, en una entrevista en el programa ‘Salvados’, Clemente dio muestras de su poca corrección política -lo cual, su entrevistador, Jordi Évole, le agradeció- al hablar de su labor como asesoramiento a los fondos de inversión. Meses antes, el nombre de Magic Real Estate había saltado a todos los titulares de la prensa económica al ser los adjudicatarios de las 1.860 viviendas que Blackstone había comprado a la Comunidad de Madrid.
Tras retomar la labor de asesoramiento, Clemente y su equipo decidió apostar por poner en marcha su propia compañía inmobiliaria. Tras años trabajando siendo «el monagillo de los peces gordos» del Real Estate patrio, el equipo de Magic montó un vehículo de inversión inmobiliaria cotizado, para el que captaron más de 700 millones entre diferentes fondos -duplicado después en el mercado-. Su primera compra: un lote de sucursales de BBVA. Una tipología de activo poco atractiva para muchos inversores en España pero que cumplían los requisitos de los internacionales: contratos a largo plazo con un inquilino solvente.
Retribución
Entre las polémicas corporativas, figura su retribución. Merlin debutó en Bolsa el verano de 2014 con un sistema de retribución del equipo gestor donde la parte variable se calculaba en función de la valoración de los inmuebles en cartera y no de la evolución de la compañía en Bolsa. Este sistema, en una compañía con un ambicioso plan de crecimiento, provocaba cierto descontento entre los inversores, que no veían cómo su retribución -ya sea vía dividendo o vía revalorización bursátil- aumentaba de la misma manera. Es por ello que en 2017, con Santander ya en el accionariado, Merlin Properties anunciaba un cambio en su política de remuneración, suprimiendo este modelo por un sistema de incentivos a largo plazo, pagadero en metálico y en acciones.
Según las últimas cuentas anuales, el CEO de la Socimi pasó de ganar 8,7 millones en 2019 a 4,52 millones en 2020, un retroceso del 48,1%, entre otras cosas, por el final de un plan de incentivos de la Socimi. A inicios de la pandemia, la compañía anunció un plan de contingencia por el Covid, que incluía la renuncia de Clemente al sueldo variable y dejó en suspenso el dividendo, que finalmente sí repartirá.
El director general corporativo, Miguel Ollero también rebajó sueldo, al percibir 4,522 millones en 2020, frente a los 8,65 millones del año anterior.
Nuevas apuestas
Tras crear una notable cartera de edificios de oficinas, centros comerciales y activos logísticos, Merlin daba hace dos años un giro a su estrategia inversora al interesarse por el plan urbanístico Madrid Nuevo Norte, conocido como Operación Chamartín.

En septiembre de 2019, Merlin y BBVA iniciaban negociaciones para que la Socimi comprara su participación en el mayor desarrollo urbanístico planeado actualmente en Europa. Finalmente, las negociaciones con el banco no llegan a buen puerto y terminó cerrando un acuerdo con el accionista minoritario, San José, y haciéndose con el 14,5% de la promotora Distrito Castellana Norte.
Esta decisión no fue acogida con todo el consenso: las peleas surgidas con BBVA por el control del proyecto, la elevada inversión necesaria y el largo periodo para desarrollarlo y, por ende, recuperar lo desembolsado, fueron motivos para señalar dicha decisión. Clemente desveló que la Socimi destinará una inversión total de 795 millones de euros en el desarrollo de Madrid Nuevo Norte hasta 2040, esto supone un coste por metro cuadrado de 4.592 euros. No obstante, esta cantidad podría elevarse en el caso de que Merlin aumentara su capital en DCN.
En la pasada junta de accionistas, Ismael Clemente calificaba como estratégica dicha inversión. «Nuestro compromiso con este proyecto es total hasta que se entregue el último edificio. Estamos aquí para empezar y terminar este proyecto».
Lo mismo ocurrió con su apuesta por los centros de datos. Merlin está decidido a liderar este mercado, de reciente participación entre los inversores inmobiliarios. Su novedad no gusta a los inversores más tradicionales, señalan fuentes del sector, que prefieren apostar por activos inmobiliarios más consolidados.
Todo ello habría sido el motivo principal para que el consejo de administración de Merlin exigiera a su equipo directivo que llevara al órgano las decisiones de inversión y financiación de más de 150 millones de euros, deslegitimando su poder ejecutor.
Finalmente, ayer, Clemente salvó el ‘match ball’ lanzado por Santander y por el momento se mantendrá al frente de Merlin, siguiendo en el ‘sector de sus amores’.