Así, en la hostelería, el sector más golpeado por la pandemia, casi un 60% del empleo sectorial está afectado, seguido del ocio con más del 40% y las inmobiliarias, en sexto lugar, con un porcentaje que supera el 15%. Los datos provienen de la presentación de Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, «El impacto del Covid-19 en la economía española», en el Consejo General de Economistas.
En su informe anual centrado en el análisis de la crisis del coronavirus, la entidad incide en que existe una notable incertidumbre sobre el porcentaje de empleados en ERTE (casi 2 millones a cierre de junio) que acabará recuperando su empleo. Se trata de la variable que más impacta en la dinamización del mercado inmobiliario.
Señala que la movilidad de los empleados más perjudicados por la crisis es en general escasa, especialmente en la hostelería y el comercio, y que convendría no retrasar una posible reasignación de trabajadores en previsión de un eventual repunte de la destrucción de empleo en los próximos meses. Los sectores más afectados (hostelería, restauración, transporte y ocio) representan en torno al 9% en la zona euro, pero su peso es mayor en España (13%) o Italia (11%).
Al respecto recuerda que tras la crisis del 2008 los más perjudicados fueron los trabajadores del sector de la construcción y que en el 2013 más de la mitad de los que se quedaron sin empleo permanecían desocupados y solo un 23 % había conseguido trabajo en otra rama de actividad.
A juicio del supervisor, la evolución de los ERTE dependerá no solo de sus ventajas económicas, sino también del desarrollo de la crisis sanitaria y de la capacidad de crecimiento y adaptación al nuevo entorno de cada sector y cada empresa, situación en la que parten con ventaja las ramas de manufacturas y las empresas de mayor tamaño.
Ojo con el envejecimiento
Una vez superada la crisis, la entidad insiste en reclamar una estrategia de crecimiento integral a medio plazo, ambiciosa y sustentada en amplios consensos, cuyo diseño cree urgente.
Hace hincapié en que las vulnerabilidades que mantenía la economía española a finales del 2019 han condicionado la respuesta a la crisis y la magnitud de la recesión, al no haberse corregido el desequilibrio en las cuentas públicas, la temporalidad del mercado laboral, la escasa productividad o la elevada desigualdad, y al no haberse dado solución tampoco al envejecimiento de la población o al poco margen del sistema fiscal.