La capital española ha sido reconocida por su capacidad de adaptación ante las crecientes temperaturas globales, ocupando el puesto número 12 en el Heat Resilience Index 2024, elaborado por la consultora internacional Savills.
Este índice, que forma parte del programa global de análisis Impacts de Savills, examina cómo los cambios medioambientales, sociales, demográficos y tecnológicos afectan al sector inmobiliario en diferentes partes del mundo.
El Heat Resilience Index evalúa 30 ciudades globales, midiendo tanto su exposición al riesgo de calor extremo como su capacidad de gestión y resiliencia frente a las altas temperaturas. Encabezando el ranking, se encuentran tres ciudades nórdicas: Helsinki, Copenhague y Estocolmo, donde las temperaturas extremas son raras y las políticas de sostenibilidad y gobernanza ambiental (ESG) juegan un papel crucial en la mitigación de los efectos del calor en sus habitantes. Entre las ciudades no europeas, Ciudad de México destaca al ocupar la sexta posición.
Savills advierte que incluso las ciudades mejor posicionadas en el índice no están exentas de riesgo, dado que las olas de calor pueden ser particularmente peligrosas en áreas donde las edificaciones no están diseñadas para soportar temperaturas extremas. Por otro lado, las ciudades acostumbradas a temperaturas superiores a 30°C suelen contar con infraestructuras mejor adaptadas, como la amplia disponibilidad de aire acondicionado.
El informe subraya la importancia de integrar el calor urbano como un factor clave en la planificación de grandes proyectos de regeneración urbana, especialmente aquellos que implican una mayor densificación. Este tipo de desarrollo puede intensificar los efectos del calor, afectando negativamente a las comunidades locales.
Un ejemplo claro es el impacto que pueden tener los edificios más altos situados cerca de parques o cuerpos de agua, donde el precio del suelo suele ser más elevado, creando barreras que dificultan la ventilación y el enfriamiento natural de las zonas urbanas más bajas. Savills sugiere que una solución eficaz es la planificación urbana que combine diferentes alturas de edificios y mejore la permeabilidad del paisaje urbano.
Las medidas adoptadas por diversas ciudades para enfrentar el calor incluyen la creación de equipos especializados en la gestión de temperaturas extremas, el rediseño de espacios públicos, la expansión de áreas verdes y la promoción de códigos de construcción más eficientes energéticamente.
Sin embargo, Savills señala que aún queda mucho por hacer, ya que el calor excesivo no solo empeora la calidad del aire y aumenta el riesgo de incendios e inundaciones, sino que también puede afectar la habitabilidad de las ciudades y, en consecuencia, su atractivo para la inversión y la expansión empresarial.
En cuanto al sector inmobiliario, Savills identifica dos riesgos específicos relacionados con el calor: el riesgo de transición, que implica la necesidad de adaptar los activos para gestionar el cambio climático de manera que el consumo energético se alinee con futuras regulaciones; y el riesgo físico, dado que el calor extremo puede deteriorar los materiales de construcción, lo que requiere un mayor nivel de resiliencia estructural. Ignorar estos riesgos podría llevar a una disminución del valor de los activos e incluso a su abandono en casos extremos.
