El mercado inmobiliario en España comienza 2025 con claras señales de transformación, impulsado en parte por una moderación en los tipos de interés del Banco Central Europeo y una demanda sostenida de vivienda. Sin embargo, continúan persistiendo algunos desequilibrios estructurales, como la escasez de oferta y el encarecimiento de los precios, que afectan de manera directa a la capacidad de acceso a la vivienda de amplios sectores de la población. Estas dinámicas plantean algunos interrogantes y desafíos para el desarrollo de políticas y modelos que prioricen la vivienda asequible, como una solución integral definitiva que ponga en el centro el impacto social.
Tras varios años marcados por el endurecimiento de las condiciones de financiación, el Banco Central Europeo ha comenzado un ciclo de reducción de tipos de interés. Esta medida promete aliviar la carga financiera de las familias y facilitar el acceso al crédito hipotecario, factores esenciales para reactivar un mercado que ha enfrentado durante años tensiones significativas. En particular, el euríbor, que alcanzó picos históricos superiores al 4%, muestra ahora una tendencia a la baja, situándose cerca del 2,5% a finales de 2024. Este alivio financiero es especialmente relevante para los jóvenes y las familias que buscan acceder a su primera vivienda, un sector históricamente afectado por barreras económicas y sociales.
No obstante, la mejora en las condiciones de financiación contrasta con un panorama de precios que sigue reflejando una presión al alza. La combinación de una demanda sostenida y una oferta insuficiente ha impulsado la subida de precios, con incrementos interanuales estimados en un 2,7% para 2024 y proyecciones similares para 2025. Esta tendencia, si bien más moderada que en años anteriores, subraya las limitaciones del mercado para absorber las necesidades habitacionales de la población, especialmente en áreas urbanas y regiones costeras, donde la escasez de vivienda es más aguda.
En este contexto, en España se ha puesto de manifiesto la urgencia de adoptar estrategias que fomenten la oferta de la vivienda asequible como una respuesta estructural a estos desafíos. Modelos como el alquiler a largo plazo en zonas non prime y proyectos respaldados por un enfoque social están ganando relevancia, no solo por su capacidad para aliviar el esfuerzo poblacional para el acceso a vivienda sino también por su impacto positivo en la cohesión social y la estabilidad económica. De este modo, iniciativas en el sector que combinan la construcción o rehabilitación de viviendas a precios razonables con herramientas de seguridad, como seguros de impago, ofrecen una perspectiva alentadora para quienes buscan equilibrio entre rentabilidad y responsabilidad social.
La vivienda asequible no solo responde a una necesidad, sino que también presenta una oportunidad significativa para revitalizar áreas periféricas y menos saturadas, aportando dinamismo a economías locales y contribuyendo a la creación de comunidades más inclusivas. A medida que la urbanización sigue su curso y las grandes ciudades se enfrentan a una sobrecarga de demanda, las zonas non-prime pueden convertirse en núcleos clave de desarrollo sostenible. La creación de nuevas infraestructuras, la mejora de los servicios públicos y el apoyo a proyectos de vivienda asequible podrían transformar estas áreas, generando empleo y facilitando el acceso a una mejor calidad de vida para miles de personas. Este modelo no solo contribuye a reducir la presión sobre los mercados más saturados, sino que también fomenta la equidad social y la cohesión territorial.
En España, ejemplos de proyectos innovadores en este ámbito demuestran que es posible equilibrar objetivos financieros con una visión inclusiva y sostenible. Estos proyectos, en su mayoría apoyados por empresas que operan bajo criterios ESG, representan un cambio de paradigma en el sector inmobiliario, orientándolo hacia una mayor responsabilidad social.
A medida que vayamos avanzando en el 2025, el desafío para los actores del mercado inmobiliario será diseñar e implementar medidas que estabilicen el mercado a largo plazo. Esto incluye desde incentivos para operadores hasta políticas que garanticen el acceso al suelo urbano, pasando por la promoción de alianzas público-privadas y el aprovechamiento de la tecnología para optimizar procesos y reducir costes.
La vivienda asequible no se sustenta exclusivamente como un alivio económico, sino un derecho básico que define el bienestar de nuestras sociedades. Su promoción requiere un enfoque integral que combine la visión de futuro con acciones concretas en el presente. En un mercado en constante evolución, encontrar el equilibrio entre sostenibilidad, accesibilidad y rentabilidad será clave para responder a las necesidades habitacionales de hoy y construir un legado que beneficie a las generaciones futuras.
Artículo de opinión escrito por Andrés Galindo, director General de Grupo RKS