La nueva Ley de Vivienda, lejos de solucionar los problemas actuales del sector, logrando incentivar la oferta y facilitar el acceso y bajar los precios de los alquileres, conllevará lamentablemente el efecto contrario.
Actuar era fundamental desde hacía años, ya que España lleva mucho tiempo inmersa en una situación muy complicada en cuanto a alquiler se refiere, provocado en gran medida por la falta de viviendas disponibles para arrendar. Sin embargo, al analizar la ley en su totalidad, esta incluye un gran número de medidas restrictivas.
La intervención del precio por ley, limitación que a futuro ni siquiera estará indexada a la inflación, provocará que los propietarios saquen menos pisos al mercado, caerá la oferta y subirán más los precios.
Adicionalmente, la inseguridad jurídica provocada por los impagos o la ocupación es algo que también preocupa a los propietarios y es algo sobre lo que esta ley no lucha, dando una razón más para no poner viviendas en alquiler.
Por otra parte, la demanda cada vez es más elevada, entre otras razones, porque mucha gente no puede permitirse comprar una vivienda (alza de los precios, subida de tipos…) y tiene que recurrir al alquiler. A pesar de que la ley regula el precio del alquiler para los inquilinos que ya tienen contrato y es algo beneficioso para ellos, la nueva normativa tendrá el efecto contrario para aquellos que buscan una vivienda a partir de ahora.
Por ello, debe ser una prioridad aumentar de manera inmediata los alquileres a precio razonable, ampliar significativamente la oferta disponible de viviendas en alquiler y ofrecer seguridad jurídica y amparo real para facilitar la recuperación de la vivienda en caso de impago u ocupación. Nunca perdiendo el foco en ayudar y proteger al inquilino también.
La confianza es la pieza clave sobre la que se debería articular esta ley si lo que se quiere conseguir es aumentar el número de casas disponibles en alquiler. Es necesaria una relación transparente y equilibrada entre propietarios e inquilinos basada en esa confianza que ofrezca tranquilidad y seguridad a ambas partes durante todo el proceso de arrendamiento. Ante esta falta de foco, surgen empresas que sí quieren ofrecer soluciones que, basadas en la tecnología, se conviertan en una herramienta clave para aumentar la seguridad y tranquilidad de los propietarios, a la hora de decidirse a ofrecer en alquiler sus inmuebles.
Así, estas herramientas utilizan tecnología de identidad y reputación digital para conectar de forma segura a propietarios e inquilinos en base a sus perfiles, compatibilidad, intereses y preferencias. De esta forma, protegen al propietario garantizando la solvencia financiera de su inquilino y que este sea afín a sus criterios de búsqueda e incluso le facilitan servicios como el adelanto de rentas, que le garantiza una liquidez inmediata.
Por otro lado, a los inquilinos les facilitan el acceso al alquiler sin tener que aceptar precios ni condiciones extremas como las garantías adicionales, a través de la transparencia de toda la información que facilita y de productos que contrata como el seguro de impago, que le permite estar en condiciones de alquiler mucho más favorables y accesibles que otros candidatos del mercado a ojos del propietario.
Gracias a estas medidas, es posible aumentar el alquiler de viviendas, facilitando a su vez su acceso y condiciones a los inquilinos. El objetivo, al fin y al cabo, debe ser encontrar equilibrio y transparencia. Una manera de que todas las partes salgan ganando.
Artículo de opinión escrito por Jaime Aparicio, CEO y cofundador de Blas