
La revolución digital ha transformado por completo la forma en la que nos movemos, trabajamos, compramos y nos relacionamos. Era solo cuestión de tiempo que también alcanzara al sector residencial. Hoy, el mercado inmobiliario vive una profunda transformación: pasamos de hablar de inquilinos a hablar de usuarios. Una evolución que implica no solo un cambio semántico, sino una transformación radical en la experiencia habitacional y en el modelo de gestión de los activos.
El auge del flex living o alojamiento flexible responde a un nuevo estilo de vida marcado por la movilidad, la digitalización y la demanda de inmediatez. En este contexto, España se ha convertido en uno de los destinos preferidos por los nómadas digitales. Según datos recientes, la oferta de camas en espacios de coliving en ciudades como Madrid o Barcelona se ha multiplicado por cinco en apenas dos años, pasando de 2.000 en 2022 a más de 10.000 en 2024.
Pero el desafío no está solo en cubrir la demanda, sino en saber gestionarla. Y ahí es donde la tecnología marca la diferencia. La digitalización hoy es un ‘must’, que ayuda al propietario/operador a transformar la gestión tradicional del alquiler en un modelo eficiente, escalable y centrado en el usuario. Gracias a plataformas que automatizan procesos clave —desde la reserva hasta el check-out, pasando por conserjería virtual, pricing dinámico, monitorización de ingresos o gestión de incidencias—, hoy es posible ofrecer una experiencia 100% digital y sin fricciones. El resultado: mayor satisfacción del cliente y una mejora sustancial en la rentabilidad de los activos.
De hecho, los modelos de gestión basados en tecnología permiten a propietarios e inversores aumentar entre un 25% y un 50% los ingresos netos respecto al alquiler tradicional. Además, la monitorización en tiempo real de la ocupación, las reservas y los pagos reduce la morosidad y aporta transparencia a la operación.
Esta evolución no implica únicamente rediseñar espacios para hacerlos más habitables, funcionales o compartidos. Supone repensar la vivienda como un servicio: personalizable, inmediato y conectado. Pasamos de un producto físico a una experiencia digital. En este nuevo paradigma, el operador ya no solo entrega llaves, sino valor añadido a través de tecnología, datos y atención al usuario.
La transformación ya está en marcha. Pero para consolidar este cambio se necesita visión estratégica, profesionalización del sector y marcos normativos que acompañen la innovación.
El flex living no es una moda. Es la punta de lanza de un cambio más profundo: el paso de una vivienda rígida y analógica a una experiencia residencial flexible, digital y orientada al usuario. Un nuevo modelo donde el activo importa, pero la tecnología y la gestión son la verdadera ventaja competitiva.
Artículo de opinión firmado por Rafael Aritio, cofundador y CEO de Gaiastays