
En los últimos años, el mercado de alojamiento universitario ha experimentado una evolución significativa. Mientras que en países del norte de Europa el modelo PBSA (Purpose Built Student Accommodation) se ha consolidado, en el sur de Europa, especialmente en la península ibérica, sigue existiendo una brecha estructural entre oferta y demanda. Lejos de ser un síntoma de debilidad, esta carencia representa hoy una de las oportunidades más claras del sector inmobiliario europeo.
Portugal, y particularmente Lisboa, se ha consolidado como uno de los mercados emergentes más atractivos en este segmento. Según datos del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Educación Superior, en el curso 2022/2023 se registraron más de 130.000 estudiantes universitarios solo en la capital portuguesa. A esto se suma una tasa de ocupación en residencias cercana al 100% y una oferta que, pese a los esfuerzos institucionales, sigue estando muy por debajo de la demanda real.
Un ejemplo de esta tendencia lo encontramos en Caparica, en el Área Metropolitana de Lisboa, donde 11.000 estudiantes conviven en un radio de menos de dos kilómetros debido a la proximidad de tres instituciones educativas: la Universidad Nova, Egas Moniz e Instituto Piaget. Esta alta densidad académica convierte Lisboa en un enclave especialmente propicio para el desarrollo de soluciones residenciales adaptadas a las necesidades actuales del alumnado universitario.
Pero más allá del caso concreto de Lisboa, lo verdaderamente interesante es el patrón que se repite en toda la península ibérica, que se ha venido agudizando post-Brexit y con la aceleración de la internacionalización de las universidades. En España, ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla concentran cientos de miles de estudiantes, con una oferta residencial estructurada aún insuficiente. Según el informe Student Housing elaborado por JLL, la tasa media de cobertura de camas para estudiantes en España ronda el 7%, lo que deja un margen de crecimiento notable frente a otros países europeos que superan el 20%, traduciéndose entre 150.000 y 200.000 nuevas camas que tendrán que desarrollarse en próximos años
Este déficit, unido al envejecimiento del parque existente y a una demanda cada vez más exigente en cuanto a experiencia, servicios y sostenibilidad, abre la puerta a una nueva generación de desarrollos de alojamientos para estudiantes. No se trata solo de construir más camas, sino de redefinir el concepto de residencia de estudiantes: espacios bien ubicados, integrados en el entorno urbano, conectados con los campus y pensados para fomentar comunidad, bienestar y rendimiento académico.
La consolidación del modelo PBSA en Iberia requiere superar varias limitaciones estructurales. Entre ellas, la escasez de suelo urbano bien localizado, la lentitud administrativa en la tramitación de licencias, la falta de incentivos fiscales específicos y, en muchos casos, la dificultad para alinear intereses entre actores públicos y privados.
Para desbloquear ese potencial, será necesario combinar un marco regulatorio más ágil con políticas urbanas que prioricen y fomenten el alojamiento estudiantil como infraestructura clave. También será fundamental profesionalizar la oferta y consolidar operadores con experiencia en el diseño, gestión y mantenimiento de activos adaptados a las nuevas expectativas del estudiante: flexibilidad, digitalización, accesibilidad y comunidad. Sin estos elementos, será difícil construir una base sólida sobre la que el modelo PBSA pueda crecer con escala y continuidad en la región.
La evolución del alojamiento universitario en Iberia será clave para garantizar el atractivo y la competitividad del sistema universitario del sur de Europa. Quienes lo entiendan a tiempo podrán liderar una transformación con impacto real, tanto social como económico. Porque alojar estudiantes no es solo construir camas, sino construir futuro.
Artículo de opinión firmado por Juan Merino, CEO de Gavari Asset Management