
«Gran parte de la población sigue sin conectar la construcción sostenible al bienestar de las personas». Así lo reflejan los datos del Barómetro de la Construcción Sostenible 2025 de Saint-Gobain y así lo explica su directora de Comunicación Externa y Corporativa para España, Portugal y Marruecos, Ainhoa Macia. Y es que el estudio arroja que solo un 15% de los encuestados asocia este concepto con la salud y el confort, frente al 35% que lo vincula a la eficiencia energética o el 31% al uso de materiales ecológicos. Esta desconexión se debe, en parte, a la predominancia del discurso medioambiental, a la dificultad de medir los beneficios relacionados con el bienestar y a la escasa formación especializada entre los profesionales del sector.
Con una mirada integral, el reto ahora es avanzar hacia una sostenibilidad que no solo sea respetuosa con el entorno, sino que también ponga a las personas en el centro. Para ello, es clave reforzar la formación con una perspectiva transversal, desarrollar indicadores que midan el impacto en salud y fomentar una mayor cooperación entre Administraciones públicas, empresas y ciudadanía. Como plantea Saint-Gobain, solo a través de un enfoque colaborativo y estructural será posible impulsar una transformación real del entorno construido.
Pregunta: La dimensión relacionada con la salud y el bienestar de las personas continúa ocupando un lugar secundario frente a los aspectos medioambientales. ¿Cuáles son las causas de esta desconexión y qué estrategias podrían ayudar a equilibrar ambas dimensiones en el imaginario colectivo y profesional?
Respuesta: Gran parte de la población sigue sin conectar la construcción sostenible al bienestar de las personas. Esta desconexión se debe a la fuerte presencia del enfoque ambiental en el discurso sobre la sostenibilidad, a una falta de formación específica (según datos del mismo Barómetro, solo la han recibido un 35% de los profesionales) y a la dificultad de cuantificar los beneficios relacionados con el confort y la salud.
Si tomamos como referencia la información del Barómetro de la Construcción Sostenible 2025 de Saint-Gobain, tanto la ciudadanía como profesionales del sector continúan asociando la construcción sostenible con aspectos medioambientales, como es la eficiencia energética (35%) y el uso de materiales ecológicos (31%) y tan solo un 15% relacionan el concepto con la mejora de la salud y el bienestar de las personas.
Para equilibrar ambas dimensiones, es clave reforzar la formación de los profesionales con una visión integral que incorpore el bienestar y salud como parte esencial de la sostenibilidad. También resulta fundamental divulgar mejor estos beneficios entre todos los actores, desarrollando indicadores que midan simultáneamente el impacto ambiental y en la salud; por ejemplo, relacionando la calidad del aire con las enfermedades respiratorias. Debemos mostrar que un edificio sostenible no solo es eficiente y respetuoso con el entorno, sino que también mejore la calidad de vida de quienes lo habitan.
P: Pese al alto grado de concienciación mostrado por actores y ciudadanía, aún se percibe una brecha significativa entre intención y acción. ¿Qué barreras estructurales o culturales consideran determinantes para que este compromiso se traduzca en políticas, formación y decisiones efectivas?
R: Las principales barreras serían varias. En primer lugar, la falta de formación: como comentábamos anteriormente, solo el 35% de los profesionales han recibido una formación específica relacionada con la construcción sostenible. Aunque el 50% tienen intención de llevarla a cabo, aún persiste una brecha de desconocimientos que les limita. Más tarde, la aplicación parcial de criterios sostenibles: aunque el 67% de los profesionales evalúa la huella de carbono de sus proyectos, solo el 30% lo hace de forma sistemática. Este patrón se repite en otros ámbitos, como en las contrataciones públicas o en las acciones de asociaciones.
Otra barrera es sin duda la limitación a la hora de trasladar la normativa: el 51% de los cargos públicos desea excluir proyectos sin compromisos sostenibles, pero solo el 37% lo ha hecho hasta el momento. La falta de normativa exigente o mecanismos que incentiven a ello frena la actuación de los actores. Por último, la cultura de cambio es insuficiente: el 93% de los españoles están claramente comprometidos y creen que se debería hacer más en materia de construcción sostenible. Sin embargo, traducir esta preocupación en presión efectiva hacia políticas más ambiciosas sigue siendo un reto.
En definitiva, para cerrar la brecha entre intención y acción, es necesario incrementar la formación, avanzar en políticas públicas más ambiciosas y estables, aplicar criterios sostenibles de forma coherente y cultivar una cultura del compromiso y colaboración entre todos los actores.
P: Solo un 35% de los profesionales ha recibido formación específica en construcción sostenible. ¿Qué papel deben asumir las instituciones académicas y las empresas para mejorar el acceso y la calidad de esta formación especializada?
R: A pesar de que solo el 35% de los profesionales ha podido recibir una formación específica sobre construcción sostenible, un 50% tiene intención de adquirirla. En este punto, tanto las instituciones académicas como las empresas deben asumir un papel protagonista para cerrar la brecha.
Ya no es una opción, sino que las instituciones educativas deben incorporar la sostenibilidad en sus programas curriculares, integrando tanto aspectos medioambientales como aquellos aspectos más relacionados con la parte social de la vivienda, como son la salud y el bienestar de sus habitantes. También deben apostar por la investigación en este ámbito y su aplicación directa en el sector.
Por parte de las empresas, tienen la responsabilidad de facilitar el acceso a la formación continua de todos sus empleados para que actualicen sus conocimientos en competencias claves. Además, sería importante que implementasen políticas de sostenibilidad visibles para servir de inspiración y referencia para el sector.
P: España destaca por una mayor implicación tanto de los ciudadanos como de los actores del sector en relación con la sostenibilidad constructiva. ¿Qué factores explican este avance y cuáles son los principales desafíos que aún debe afrontar el país para consolidar este liderazgo?
R: Este avance es el resultado de dos factores. Por un lado, por la creciente legitimidad de los actores del sector. El Barómetro revela un incremento notable en la percepción positiva hacia las instituciones públicas (64%, 36 puntos más respecto a 2024), arquitectos e ingenieros (51%, frente al 36% del año anterior) y empresas privadas (51%, duplicando la cifra de 2024), lo que muestra un fortalecimiento del compromiso colectivo. Por otro lado, un mayor interés de los españoles por la sostenibilidad, lo que se traduce en apoyo a políticas públicas como a proyectos que consideren criterios sostenibles.
Sin embargo, para consolidar este liderazgo, basándonos en datos del Barómetro, España aún debe afrontar varios desafíos como la lucha contra la desinformación, ya que aún hay un 40% de los actores que no se siente suficientemente informado, una cifra por encima de la media global, que es del 30%. Así como la desigualdad de prioridades, puesto que la sostenibilidad en España sigue centrada principalmente en aspectos medioambientales (materiales respetuosos, eficiencia energética y reducción de residuos), poniendo menor atención al bienestar y la salud de los ocupantes (solo un 14% de los actores lo mencionan).
P: Según el Barómetro, las prioridades en sostenibilidad varían por regiones: resiliencia en África y Asia-Pacífico, materiales ecológicos en América Latina, rehabilitación en Europa o asequibilidad en Norteamérica. ¿Cómo se puede articular una estrategia global sin ignorar las particularidades locales?
R: Ante la diversidad de prioridades regionales, la clave para articular una estrategia global efectiva está en combinar una visión común con adaptabilidad local: estrategia glocal. Por ejemplo, se podría establecer un marco global de sostenibilidad que defina principios comunes (como reducción de carbono, eficiencia energética, salud y bienestar, y circularidad) para todos los actores y fomentar la flexibilidad en la implementación, adaptando estos principios a las necesidades y condiciones específicas de cada región o país.
Por otro lado, es imprescindible apostar por la colaboración entre todos, incluyendo a las empresas, Administraciones, profesionales y ciudadanía para identificar las prioridades locales y traducirlas en planes de acción concretos.
Como en cualquier otra estrategia, es imprescindible contar con una fase de evaluación que no solo se centre en comparar avances globales, sino que también ponga su foco en medir los impactos a nivel local y así poder ir ajustando las estrategias a la realidad de las particularidades locales.
P: Saint-Gobain propone un enfoque integral y colaborativo para lograr un cambio estructural en el sector. ¿Qué mecanismos de coordinación intersectorial son prioritarios para fomentar una cooperación efectiva entre Administraciones públicas, empresas, profesionales y ciudadanía?
R: En Saint-Gobain consideramos que todos los agentes del sector están interconectados, generando un círculo que se retroalimenta. Precisamente, en nuestro estudio, los actores reconocen la importancia de la cooperación para acelerar la transición hacia un modelo de construcción sostenible. El 87% de los participantes a nivel global considera necesario ir más allá en sostenibilidad, cifra que en nuestro país es aún más alta: el 93% de la ciudadanía española cree que se debería hacer más en esta materia.
Para lograr un cambio estructural en el sector de la construcción, es clave establecer mecanismos de dialogo y coordinación intersectorial que integren a Administraciones públicas, empresas, profesionales y ciudadanía. Esto implica también desarrollar normativas en las que se incorporen los aportes de todos los actores en la definición de estándares y requisitos sostenibles. Por otro lado, contar con una formación transversal y con ciertos incentivos alineados con los objetivos de sostenibilidad pueden reforzar la cooperación entre todos los actores, mientras una comunicación transparente y participativa fortalece la confianza social.
Bajo nuestra experiencia, solo mediante una articulación integral de todos los actores implicados será posible avanzar hacia una transformación sostenible real, inclusiva y eficaz del entorno construido.
P: A futuro, ¿qué diferencia en términos de precio puede existir entre un activo sostenible y un activo no sostenible? ¿Hasta qué punto es relevante el criterio sostenibilidad en la actual toma de decisiones?
R: Los actores del sector consideran que los activos sostenibles deben ser prioritarios por sus beneficios a largo plazo. Esto, aunque aún no se haya traducido de forma sistemática en decisiones de compra o inversión, existe una tendencia creciente a valorar más estos activos sostenibles en precio.
En términos de precio futuro, los activos sostenibles tienden a cotizar con una prima positiva respecto a los activos no sostenibles. Según un análisis reciente, a igualdad de beneficios, los mercados otorgan una prima promedio del 14,3% a las acciones más sostenibles a nivel global (según el índice MSCI ACWI ESG Leaders). En Europa, esta prima puede superar el 30%, especialmente en índices como el MSCI Europe ESG Leaders.
Esto significa que los inversores están dispuestos a pagar más por empresas con mejores prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG), lo que refleja una percepción de menor riesgo a largo plazo y mayor resiliencia.