Más que ‘smart cities’, Alfonso Vegara, presidente de la Fundación Metrópoli y Doctor en Planificación Urbana y Regional, prefiere el término «superciudades«. El concepto implica la combinación de las dos inteligencias: la humana y la artificial, y coloca en primera plana el espacio público y la perspectiva social. En todo este proceso, encauzar el criterio verde mediante el uso de índices concretos que midan el avance en materia sostenible es un reto de vital importancia.
«Una ciudad que no tiene proyecto es incapaz de coordinar las diferentes actividades sectoriales, sean del gobierno nacional, autonómico o local», por eso, para que España pueda avanzar hacia la sostenibilidad, Vegara considera urgente «un gran pacto» en la materia y propone «un programa de ciudades» adaptado a cada lugar. En definitiva, «una visión de futuro que sea inspiradora para las políticas sectoriales y también para la labor del sector privado, de manera que entre todos podamos configurar esa visión a futuro». Todo, desde una mirada multidisciplinar.
En el último episodio de BNews Podcast, Vegara ofrece su particular punto de vista sobre cómo debería conceptualizarse la ciudad. El experto presenta el nuevo índice de medición de avances en materia sostenible; diferencia las ‘smart cities’ de las «superciudades»; cuenta los detalles de la Ecobox, la sede de la compañía; opina sobre cómo lo está haciendo España en materia sostenible y resume proyectos como ‘Cities’, ‘Territorios Inteligentes’ o la búsqueda de la excelencia en la localidad madrileña de Tres Cantos.
Índice de medición de avances en materia sostenible
Con «establecer formas de medición del comportamiento de la ciudad», Vegara se refiere a crear «mecanismos objetivos de valoración de los avances que se hacen en materia de sostenibilidad«. Es el objetivo de uno de los proyectos en los que trabaja actualmente la Fundación Metrópoli, junto a Naciones Unidas, un índice que permita ver cómo medir ese progreso.
Para testearlo, ya se han seleccionado las 100 ciudades europeas seleccionadas dentro del objetivo cero emisiones para 2030. ¿Cómo? «A través de indicadores tradicionales, cartografías críticas y opiniones, de expertos y de ciudadanos», aclara Vegara.
Esta clase de información aspira a poder orientar las políticas urbanas, a «medir cómo ciertas medidas inciden de una forma o de otra en la sostenibilidad». En base a esto, se puede elegir mejor por qué proyecto tiene sentido que una ciudad apueste, preguntándose qué impacto tendría un nuevo tranvía o un nuevo carril bici, por ejemplo.
Los criterios son, por ejemplo, el tipo de energía que utiliza la ciudad, la cantidad de zonas verdes, el porcentaje de transporte público o privado o el nivel de aislamiento y de consumo de energía que tienen los edificios. Todo, para actuar en consecuencia: planificar sólo los proyectos que realmente convengan.
Cambios en las ciudades
Aunque la ciudad siempre ha estado ahí, «el covid ha acelerado muchísimo los procesos de cambio». Hoy en día, además, «estamos mucho mejor preparados». Vegara señala cambios en la movilidad, el uso del espacio de trabajo (las oficinas), las viviendas (mejor si son híbridas, para poder teletrabajar), las universidades (más clase ‘online’), los aeropuertos, los centros comerciales y, cómo no, los centros logísticos o vinculados a la movilidad.
«La Cumbre de Río (1992) fue un momento clave en el cambio de las políticas hacia una sensibilidad mayor por los temas ambientales y de sostenibilidad». En aquel momento, la ciudad Curitiba de Brasil había hecho unos esfuerzos tremendos en el asunto y fue declarada ‘capital ecológica de Brasil’, recuerda el experto. «Ha sido una referencia para nosotros durante décadas».
El diseño de una ciudad: componentes y coherencia
Para el urbanista, una ciudad es una entidad muy compleja compuesta por muchos componentes físicos (arquitectura), que tienen una gran permanencia a lo largo del tiempo, y componentes de funcionamiento (movilidad). Hablar de sostenibilidad implica vincular la ciudad con los retos de cambio climático y de consumo energético, que se consume mayormente en las viviendas y en la industria, aclara Vegara.
Una ciudad tiene que ser «coherente desde el punto de vista de la movilidad», optando por modelos como la logística de última milla o replanteándose el uso de las calles. El diseño que propone el experto permitiría la reducción de emisiones de CO2 a la atmofera y «recuperar el espacio público, el espacio de relación».
Aunque todavía hay retos, Vegara explica que Europa es el continente más avanzado en la materia. Una de las claves del éxito ha sido apostar por ciudades de tamaño medio y no por «megaciudades», apunta. Como ejemplos, Zurich, Copenaghe o Bilbao. «Pueden conseguir un mayor equilibrio entre economía, medio ambiente e integración social, ese es el reto».
El espacio público
Desde su punto de vista, el espacio público es «el elemento más intrínsecamente democrático de la ciudad». Cómo se utilizan las plazas y las calles es donde se puede medir la salud de una ciudad.
Tras la industrialización y el éxodo rural, la ciudad pasa a ser el lugar donde todo ocurre, y desde su diseño se trata de luchar contra los grandes retos de las distintas sociedades: la lucha contra el cambio climático, la integración de los grupos de inmigración, la lucha contra la pobreza o la generación de empleo, explica el Doctor en Planificación Urbana y Regional.
«Todas estas cuestiones es mucho más fácil enfocarlas a escala ciudad que a nivel estatal, de ahí que las ciudades estén alcanzando un gran protagonismo hoy día a nivel internacional». Y si seguimos tirando del hilo, la idea de la ciudad a 15 minutos.
En general, los lugares que más valora la población son los que tienen «sobre cómo debería conceptualizarse la ciudad, donde hay una correspondencia entre la arquitectura y el espacio público, y tienen escala de peatón, para la interacción humana».
¿’Smart city o superciudad?
Desde hace veinte años, el término ‘smart city’ está encima de la mesa. Según Vegara, «han sido las empresas tecnológicas las que, aportando sus soluciones digitales avanzadas, han querido inspirar el mundo de las ‘smart cities'». ¿Sería lo mismo una ‘smart city que una superciudad?
La diferencia está en la «superinteligencia» (concepto que nace en una corriente filosófica vinculada a la universidad de Oxford), esa combinación entre una y otra: «la inteligencia artificial es el movimiento ‘smart’, sin embargo, la humana es más importante y tiene que ver con el liderazgo, con la visión, tener proyecto de futuro, intentar integrar a la población en la definición de un proyecto colectivo». Sólo cuando ambas se unen, «surgen las superciudades».
Esta tipología de ciudad está concebida con la integración entre la inteligencia humana, la participación, la sensibilidad, el compromiso ético y, al mismo tiempo, la tecnología digital y la IA. «Una ciudad inteligente sería la que integra el diseño físico con la tecnología digital», sostiene Vegara.
Desde que arrancó su trayectoria, Vegara ha sido presidente de la Sociedad Internacional de Urbanistas – ISOCARP, por sus siglas en inglés; fue nombrado en 2005 cónsul general honorario de Singapur en Madrid; ha asesorado en materia de urbanismo a numerosas ciudades en todo el mundo y ha impartido clases en diferentes universidades y asesor de la ETH Politécnica de Zurich.
Sus ideas se han difundido en más de 30 libros, como Territorios Inteligentes o Bahía de Santander – ‘Visions of the Future’ y sus proyectos han sido reconocidos con múltiples premios por entidades como la ONU o la UE, y ha sido galardonado hasta en tres ocasiones con el Premio Europeo de Urbanismo por su trabajo en Euskal Herria.
