
En un contexto donde la tecnología, la sostenibilidad y el propósito han pasado de ser tendencias a convertirse en imperativos, el sector inmobiliario se enfrenta a una disyuntiva histórica: continuar anclado en modelos heredados del pasado o abrirse al cambio con valentía y visión de futuro. Y en esa ecuación, el talento joven no es un elemento más, sino el motor de esa transformación.
Vivimos un momento donde el dinamismo del mercado y el avance tecnológico obligan a todos los sectores a evolucionar. En el inmobiliario, esto se traduce en la necesidad de procesos más ágiles, herramientas más precisas y una mayor sensibilidad hacia el impacto social y medioambiental de cada operación. Incorporar talento joven no es solo una cuestión demográfica o de renovación natural de plantillas. Es una decisión estratégica. Una forma de inyectar nuevas competencias, nuevas preguntas y, sobre todo, nuevas formas de entender el negocio.
Los datos lo reflejan con claridad. Según el informe ‘LinkedIn Global Talent Trends 2024’, las ofertas de empleo en tecnología dentro del real estate han aumentado un 38%. Esta tendencia se alinea con la transformación que ya están viviendo otros sectores: una progresiva tecnificación que exige perfiles híbridos, con conocimientos en datos, automatización o inteligencia artificial, y la capacidad de aplicarlos en entornos complejos y regulados como el inmobiliario.
Pero el reto no es solo atraer talento joven. Es saber ofrecerle un entorno que responda a sus expectativas. El estudio ‘Deloitte Gen Z & Millennial Outlook 2025’ indica que el 52% de los profesionales menores de 30 años prioriza el propósito empresarial frente al salario. Este dato refleja un cambio cultural profundo: ya no basta con ofrecer estabilidad o una carrera ascendente. Los jóvenes quieren formar parte de proyectos que tengan sentido, que contribuyan al bien común y que les permitan crecer como personas y profesionales.
Esto obliga al sector a repensar sus estructuras, sus modelos de liderazgo y sus políticas de desarrollo interno. La formación continua, el trabajo colaborativo entre generaciones y el fomento de culturas abiertas a la innovación son hoy condiciones necesarias para retener el talento y seguir siendo competitivos.
Porque este no es un cambio que venga del exterior. Es un cambio que debe construirse desde dentro. Con estructuras más planas, proyectos con impacto, y, sobre todo, con una visión de futuro en la que los jóvenes no sean solo receptores del conocimiento, sino actores clave en su generación.
El sector inmobiliario tiene ante sí una gran oportunidad: pasar de ser percibido como tradicional y rígido a convertirse en un espacio de innovación, compromiso y desarrollo. Un espacio donde cada nueva generación no solo tenga cabida, sino protagonismo. Si somos capaces de abrazar este cambio, construiremos no solo mejores organizaciones, sino también un mejor entorno para todos.
Artículo de opinión firmado por Juanlu Cruz, co-CEO de Inversiva