Si el sector de la edificación es «uno de los mayores responsables del gasto energético y del cambio climático», «no cabe otra que transformarlo». Según Dolores Huerta, directora general de Green Building Council España (GBCe), se puede y se debe transformar la manera en que vivimos y construimos nuestros edificios. Es un reto global, un objetivo que ha de ser conjunto y que ha de plantearse de forma transversal y circular, en toda la cadena de valor.
En el último episodio de BNews Podcast, la experta en sostenibilidad explica qué es el presupuesto de carbono en el ‘real estate’; propone un cambio de dirección en el mercado, con una mirada «local» y desde lo «concreto» y explora las implicaciones que tendría la unificación de los sellos vinculados a la sostenibilidad.
Además, explica cuáles son las particularidades del sello VERDE, utilizado solo en España y reconocido a nivel internacional. «Lo importante no es que haya uno, dos o tres, sino que incluyan criterios comunes» capaces de dibujar esta nueva dirección.
«Mejorar el parque inmobiliario»
Con «mejorar» el parque inmobiliario, Huerta se refiere a «avanzar y transformar el sector hacia la sostenibilidad», lo que implica mejoras de reducción del impacto medioambiental de los activos, pero también en el impacto positivo de manera social. Todo, «dentro la estabilidad y la sostenibilidad económica de los proyectos», aclara.
Aunque la reflexión verde es una cuestión global desde hace años, Huerta señala el papel de Europa en este proceso. La atención a la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de una independencia energética ha provocado «que los gobiernos europeos hayan tenido que desarrollar políticas de transformación de nuestra economía y de nuestra sociedad».
Obra nueva y rehabilitación: ¿un cambio de dirección?
¿Habría que optar por seguir construyendo o por rehabilitar lo ya construido? ¿Son opciones compatibles o pueden desarrollarse al mismo tiempo? Se van a dar al mismo tiempo, la diferencia está en que, tradicionalmente, el sector ha centrado su actividad en generar obra nueva. «Estaba articulado y organizado -desde modelos de negocio, productos de la construcción, la propia actividad de técnicos y profesionales- estaba enfocado a la producción de nuevos edificios». Incluso el diseño de las propias ciudades iba en esa dirección, señala Huerta.
A raíz de la última gran crisis del sector, «hay una reflexión profunda sobre realmente a qué nos tenemos que dedicar y cuáles son las necesidades habitacionales de nuestro país». Teniendo en cuenta la pirámide poblacional y el mal estado del parque edificado, su huella ambiental y los problemas que generan las viviendas, Huerta considera que habrá que volver la mirada a transformar y a hacer que nuestro parque esté «a la altura del s. XXI». Rehabilitación.
Hasta 2050, aproximadamente siete millones de viviendas en España pasarán por este proceso y, en vista de la demanda o el posible incremento de población, también la construcción de cuatro millones y medio de nuevas viviendas, matiza la experta.
Presupuesto de carbono y racionalización de obra nueva
Alcanzar la neutralidad climática y la descarbonización -una de las urgencias- de nuestra economía y nuestros edificios es un compromiso europeo que tiene como fecha límite el año 2050. En tres décadas, «Europa tendrá que ser un continente que emita tanto CO2 como compense o sea capaz de absorber, eso es la neutralidad climática», recuerda Huerta.
«¿Cómo vamos a llegar a ese escenario y qué presupuesto de carbono tenemos para llegar ahí?», pregunta Huerta, que señala la huella de carbono como el quid de la cuestión. En base a informes científicos que informan sobre cómo aumenta el riesgo de incremento de temperaturas, o lo que es lo mismo, el cambio climático, asociaciones como GBCe hacen sus propios cálculos.
Y una de las conclusiones de GBCe es que «la obra nueva tiene que racionalizarse«, explica Huerta. Aún para alcanzar el escenario más «permisivo» (dos grados), la cantidad de toneladas de CO2 que se pueden emitir a la atmosfera es limitada, y «esa cuenta está hecha», aclara Huerta. En este proceso, el presupuesto de carbono se repartirá entre los distintos países.
En España, «según nuestros cálculos, no nos da hasta 2050 para edificar cuatro millones y medio de viviendas a no ser que cambiemos radicalmente la manera en la que estamos construyendo«. Huerta se refiere a aplicar de manera simultánea todas y cada una de las medidas que contribuyan a la reducción de la huella de carbono de los edificios. «No puedo apostar por una sola, porque nos cargamos esa».
Las seis urgencias de transformación del sector
«Avanzar y mejorar el sector hacia la sostenibilidad» o replantear por completo la dinámica del sector. Según Huerta, actualmente la política va a buen ritmo, pero está por ver cómo se aplica realmente en España. Aunque el diálogo con las administraciones es más abierto que antes, a veces no es tan efectivo o continuo como les gustaría a asociaciones como GBCe.
Los más activos en este sentido son MITMA y MITECO. «Con ellos, estamos haciendo procesos co-participados para generar la próxima Estrategia Nacional de Rehabilitación». Pronto, la Estrategia pasará a ser Plan y contará con sus propios recursos. Y la actuación en cada territorio tendrá en cuenta sus necesidades y características locales.
Más ambición medioambiental por parte de las empresas españolas
En España, en los últimos, «hemos incrementado la ambición«. Sin embargo, Huerta insiste en que el proceso ha de hacerse de forma racional. Para no perder esa mirada integral, «si pusiéramos el símil de un cuerpo humano, no podríamos mirar el pulmón si el corazón se está muriendo». Y recuerda: el proceso de descarbonización del sector debe ir a la par con otros criterios como la propia «salud de los edificios» o la biodiversidad.
Huerta cree que el compromiso por parte de las empresas del sector en España es elevado, pero hace hincapié en que la memoria ESG ha de hacerse con sentido. Esta transición hacia la medida y cuantificación tiene que ver, en su opinión, con la urgencia de una trazabilidad real de las cosas que se están llevando a cabo. «Vamos tarde y vamos despacio, pero no vamos mal, y en una dirección clara, que ya es muchísimo«.