La transformación social y económica que hemos vivido en los últimos meses nos han llevado a configurar un nuevo sector residencial en el que todos los agentes implicados tenemos algo que aportar. La tecnología y la sostenibilidad deben ser los grandes estandartes. La pandemia ha supuesto un impulso extra dentro del proceso de transición que ya había comenzado con hitos como el European Green Deal, el desarrollo de las smart cities y, sobre todo, con una mayor sensibilización y concienciación de la ciudadanía por vivir en un entorno más seguro, conectado y que respeta y cuida el medio ambiente.
Nuestra tarea es ahora repensar los desarrollos urbanísticos que definirán las ciudades del siglo XXI. En ellos, contemplamos espacios verdes, amplios, versátiles y añadiría dos conceptos clave: la diversificación y la complementariedad. Con estas premisas nos adaptaremos a las necesidades de la población a mayor velocidad y también a responder a la flexibilidad que piden a su ciudad y a su hogar. Por ejemplo, hemos percibido una demanda en los servicios de cohousing, espacios residenciales compartidos en donde se maximiza la versatilidad y eficiencia en el empleo de los recursos.
Tras haber estado confinados unos meses y con una movilidad restringida, las personas que hoy valoran comprar una vivienda ven como positivo que ésta cuente con terraza, jardín o zona verde comunitaria, aunque imponga el alejarse de los grandes núcleos urbanos, y lograr estas prestaciones a precios más competitivos.
En el modelo residencial, tiene mucho que decir el uso responsable de recursos con altos estándares de calidad junto a la tecnología puntera que debe desarrollar el sector de la construcción. Esta conjunción reporta un ahorro doble: de energía y de costes. Lo podemos ver plasmado en instalaciones de climatización e iluminación, diseños de fachadas, reutilización de materiales o empleo del agua procedente de la lluvia, dando así sentido a la aportación que nuestro sector imprime al desarrollo de la economía circular global.
Las fuentes energéticas renovables como la solar fotovoltaica o la aerotermia nos ayudan en la búsqueda de soluciones técnicas, aunque los inmuebles más sostenibles no solo buscan utilizar energía limpia, sino que la generan adicionalmente. La monitorización y análisis de consumos, la domótica y las soluciones que trae implícito el Internet de las Cosas junto al estándar Passivhaus serán tendencia en los proyectos residenciales, tal y como estamos ya viendo en las últimas promociones.
En esta composición del escenario post pandemia a las consultoras inmobiliarias se nos presentan otras propuestas que suponen todo un desafío en cuanto a regeneración urbana de carácter multidisciplinar o rehabilitación de viviendas. Al contexto medioambiental descrito, se pide un “empuje”, un esfuerzo extra como dinamizador, vertebrador, optimizador y resiliente ante escenarios adversos. Una puesta a punto y al día en continuo cambio en la que trabajan los asociados de ACI y que repercute indirectamente en el bienestar ciudadano en la esfera pública y privada de su hogar.