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IKIGAI: Profesionales, mercado e innovación

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Un peregrino, junto a la obra de una catedral, se encontraba un grupo de maestros canteros que, cincel en mano, trabajaban la piedra. Preguntando a varios ¿qué hacían?, le respondían quejosos, “aquí al sol, sudando y picando piedra”, mientras que otro, un poco más adelante, alzando la cabeza, orgulloso le respondía ”¿no lo ves? construyendo una catedral”.

Hoy, ante algunas noticias que cuesta entender, conviene recordar que gobernar tomar decisiones, apoyar proyectos, asumir riesgos y hacerlo con responsabilidad pensando en el bien común y con altura de miras. Frente a conductas donde los egos tratan de destruir todo aquello que les ha precedido, y solo hay ideología y prejuicios, necesitamos además de voluntad, el criterio basado en el talento, el conocimiento y la experiencia de los profesionales.

El sector inmobiliario y la industria de la construcción son fundamentales por su responsabilidad en relación con la energía, el medioambiente y la salud, con el acceso a la vivienda de los jóvenes, el reto demográfico y una sociedad envejecida. A ello se une, en un círculo virtuoso, su extraordinaria capacidad de atraer inversión y generar empleo, en un momento crítico como consecuencia de la crisis sanitaria.

Estas políticas de reconstrucción, como establece la Unión Europea con los fondos Next Generation, requieren la colaboración público-privada para ser tractores de inversión y motor de cambio. Nuevos procedimientos y un marco regulatorio flexible que responda a un mundo incierto y cambiante, que  posibilite nuevos usos y formas de vida y poner en el mercado diferentes tipologías de vivienda, nuevos espacios de trabajo y un modelo productivo que se apoye en la industria del conocimiento y las nuevas tecnologías.

Ahí está la innovación, creatividad aplicada que aporta valor. Pero la creatividad no existe aisladamente, surge de la confluencia y colaboración. Es contagiosa, necesita un entorno nutritivo y un mecenas, un promotor. En la complejidad del desarrollo inmobiliario, necesitamos que ese promotor, público o privado, confíe en los profesionales y entre todos generemos nuevas formas y procedimientos que integren desde el principio, de forma abierta y transparente, a quienes intervenimos desde disciplinas muy diferentes, que van de lo jurídico y lo financiero, a lo técnico y lo social.

La virtud española de la audacia se ve a veces disminuida por la pereza. Sin embargo la vida profesional requiere aprendizaje continuo, para empezar a “hacer”, después para “hacer hacer” -organización-, seguimos pensando “qué hacer” -planificación- y, finalmente “hacemos creer” –comunicación- para poder dejar hacer. Ese liderazgo es la autoridad del conocimiento frente al gobierno del poder. Un liderazgo que mira, escucha y aprende, para anticiparse a lo importante que ni siquiera imaginamos.

Los profesionales del sector inmobiliario trabajamos en productos y servicios en una empresa de enorme complejidad, en que confluyen diferentes disciplinas y proyectos. Un trabajo en equipo, que como en el cine tendría largos títulos de crédito, en que todos debían sentir orgullo de pertenencia.

Proyectamos y construimos edificios de usos residenciales o terciarios, industriales o equipamientos, en build to rent o en venta, con financiación bancaria o alternativa, para cliente nacional o internacional, en construcción tradicional o industrializada, en rehabilitación u obra nueva, que después vendemos, alquilamos o explotamos.

Somos responsables de la creación de los escenarios de la vida, con una enorme trascendencia económica, física y social. No podemos olvidar que la rentabilidad no es sólo económica y tiene otras vertientes de generación de valor, como la rentabilidad social, pues construimos el sueño de familias y transformamos y mejoramos nuestro entorno.

Es un momento extraordinario para construir, entre todos, un nuevo mercado de servicios profesionales en un marco de colaboración que ponga en valor la eficacia, el compromiso, la calidad y la responsabilidad de cada uno de los agentes y su trabajo sea reconocido y recompensado de manera equilibrada. Se trata de que además de la tan demandada colaboración público-privada, demos ejemplo con una nueva colaboración privada-privada, con transparencia entre todos los que intervenimos en el desarrollo inmobiliario.

En esos nuevos procedimientos y relaciones está la verdadera innovación. Solo así seremos capaces de generar una industria y unos servicios profesionales  acorde a nuestro tiempo, sostenible, con valores y capaz de generar confianza y ser referencia en el mundo.

Es un sueño alcanzable lo que en Japón se define como IKIGAI, esa felicidad que en el trabajo se produce, cuando cada uno hace aquello que le gusta, lo que hace mejor, que responde a una necesidad, mejora nuestro mundo y es justamente retribuido por ello. Es lo que tratamos de hacer, pero quizás las formas no han cambiado lo suficiente y todos debemos mejorar.

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