Hard Rock Café ya tiene nueva ubicación en el corazón de Madrid, tan solo un mes después de echar el cierre a su histórico restaurante de la plaza de Colón. La icónica insignia abrirá en el número 11 de la calle Preciados, a pocos metros de la Puerta del Sol.
Se trata de un local de 215 metros cuadrados, repartidos en dos plantas, donde históricamente había estado Creaciones Vívar, uno de los últimos negocios familiares en bajar la persiana en la segunda calle comercial más cara de España, donde la renta media alcanza los 250 euros por metro cuadrado, según el informe que publica periódicamente Cushman & Wakefield.
Precisamente esta consultora fue la contratada por Hard Rock para encontrar esta nueva ubicación, que también apuntan a que los planes de la cadena para su nuevo establecimiento rompen con lo visto hasta ahora en Colón, y van dirigidos a apostar por un nuevo concepto de tienda donde poder seguir adquiriendo las famosas camisetas y sudaderas de la firma, según informan fuentes a El Confidencial.
Este cambio explicaría las diferentes dimensiones del local elegido, casi cuatro veces más pequeño que el que ocupaba en Colón, cercano a los 800 metros cuadrados, donde su apuesta por la restauración le obligaba a contar con un local de gran tamaño.
Otro posible local
De hecho, su desembarco en Preciados no está reñida con que, en el futuro, el grupo cuente con otro establecimiento más similar al que tenía en Castellana. De hecho, varios brókeres aseguran que continúa interesado en conocer ubicaciones.
Esta postura encaja con la creciente apuesta de Hard Rock por Madrid, como demuestra el acuerdo al que llegó con ASG para abrir su primer hotel en la capital, en el edificio que el fondo tiene en la ronda de Atocha, justo enfrente del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, una de las zonas con mayor afluencia de turistas de Madrid.
Hace cuatro años, la marca estuvo a punto de cerrar un acuerdo para abrir este hotel en el Edificio España, pero, en el último momento, diferencias en la letra pequeña del acuerdo con el empresario Trinitario Casanova, que era el vendedor, permitieron a Riu ganarle la mano y terminar haciéndose no solo con la explotación del hotel sino con la propiedad del inmueble.
