Conseguir que la fórmula de construcción industrializada no sea una mera anécdota en el negocio promotor español sino una realidad que permita generar vivienda de forma más eficiente, rápida y sostenible.
Éste es el loable objetivo que se han marcado 40 compañías del sector, entre las que figuran algunas de las promotoras de vivienda más relevantes del país como Aedas Homes, Kronos, Habitat, Vía Ágora y Neinor, constructoras como Arpada, ACR y Lafarge Hocim, así como estudios de ingeniería y de arquitectura que, bajo el amparo de la patronal inmobiliaria Asprima, han creado la Plataforma para la Industrialización de Viviendas (PIV).
«El proyecto surge a principios de 2018 cuando creamos un grupo de trabajo pequeñito tutelado por el Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja, formado por unas 15 empresas. Este grupo fue evolucionando hasta crear varios grupos de trabajo con tres objetivos específicos: acortar los plazos de obra, dar pautas a estudios de arquitectura e ingeniería para hacer diseños óptimos para la industrialización y lograr tener precios reales para estas promociones», explica Julián Domínguez, director de CIP Arquitectos, uno de los impulsores de la plataforma.
España, a la cola de Europa en vivienda industrializada
En España, la construcción industrializada de vivienda no alcanza ni el 1% del total de obra nueva producido en el mercado. Los impulsores de PIV consideran fundamental que este mercado se aproxime a los niveles de construcción industrializada de otros países europeos, como Alemania, donde el 9% de la construcción de vivienda es prefabricada; Suecia, donde este tipo de construcción alcanza ya casi la totalidad de la producción; Holanda, con un 50%, o Reino Unido, con cerca del 7%.
«La capacidad productiva actual es muy limitada, con muy pocas empresas que lo estemos haciendo, pero en tres años, esto va a ser muy diferente. Va a ocurrir como con el ladrillo, que antes nadie concebía construir sin él y ahora todo se hace con pladur», explica Juan Antonio Gómez-Pintado, presidente de Asprima y que recientemente ha lanzado su nueva promotora, Vía Ágora, especializada en vivienda en alquiler.
«Necesitamos fábricas para poder construir estas viviendas y para eso se necesita inversión. Si tuviéramos que construir ahora mismo 10.000 o 15.000 viviendas nuevas, no tendríamos capacidad, ya que actualmente se podrían desarrollar sólo algunas partes como fachadas», agregan.
Modelo de construcción más sostenible
«Tradicionalmente, la construcción de viviendas se ha caracterizado por mantenerse invariable en el tiempo: la forma de construir es similar en la actualidad a la de hace 50 años. Esto provoca que sea un sector intensivo en mano de obra y sin apenas modernización de la estructura productiva, lo que redunda en los extremadamente largos tiempos de ejecución del producto, en torno a 18 meses. Adicionalmente, genera un mayor consumo de recursos (30 %) y de residuos (35 %) del total de la economía», explican los promotores de esta iniciativa.
Por ello, piden a las diferentes Administraciones así como a las entidades financieras que ayuden a impulsar esta fórmula de construcción. «Hay un factor de miedo en el sector y la banca también tiene ese temor por desconocimiento. Pero creemos que esto va a cambiar en breve y de hecho ya hay acuerdos marco con promotoras para financiar este tipo de proyectos», subraya Domínguez.
«De cara a fomentar la producción, y para ello hemos hablado tanto con Ayuntamientos, Gobierno regional y Central, es fundamental que no se penalice este tipo de construcción frente al modelo habitual que, además, es mucho más contaminante y va en contra de los objetivos de construcción sostenible marcados por Europa», apunta el presidente de Asprima.
Según la plataforma, la industrialización de los edificios permite un consumo óptimo de materias primas, reduciéndose las mermas y los residuos desde un 7 % a un 1,5% con la ventaja de que estos pueden ser reciclables de forma efectiva y con facilidad en fábrica.
Además, la construcción industrializada reduce los tiempos de construcción en, aproximadamente, un 50 %, lo que beneficia tanto a la empresa constructora y promotora como al cliente final, ya que se acortan los plazos de entrega. Además, aumenta la calidad de la ejecución de la vivienda y reduce su mantenimiento, al ejecutarse en un entorno controlado en comparación a las condiciones extremas que se dan en una obra de construcción tradicional.
Esta tipología de construcción también disminuye los accidentes laborales en un 20%, aproximadamente, al ir equiparando las características de las condiciones laborales y procesos al sector industrial.