Este mes de confinamiento ha cambiado muchas cosas y nos ha cambiado en muchos aspectos de nuestra vida. Dos de los ámbitos donde podemos percibir mejor (y percibiremos) nuevas actitudes son las relaciones y la forma en que consumimos. Porque junto a la necesidad imperante de retomar la interactuación social fuera de la dimensión digital, en las últimas semanas hemos visto nuevas actitudes en el consumidor, tanto en los productos consumidos, como, sobre todo, en la forma en la que consume.
Dentro de este marco de cambios, la pregunta que nos hacemos todos a día de hoy es ¿este cambio de comportamiento del consumidor ha venido para quedarse? Estamos comprobando cómo, debido al aluvión de pedidos por el confinamiento, el comercio online se ha visto saturado porque, en nuestro país, todavía no estamos preparados para para cubrir una alta demanda. De hecho, está siendo tal el colapso que incluso muchos comercios han tenido que suspender este servicio debido a la falta de recursos.
También hemos comprobado como mucha gente que hasta ahora se mostraba reticente a realizar compras por Internet se ha visto obligada a hacerlo ahora. Si antes de la pandemia en España estas compras suponían el 5%, es probable que una vez pase todo esto se estabilicen en torno al 10%. Esta cifra queda lejos de los porcentajes del 17% de Reino Unido o del 15% de Alemania que se registraban antes de la llegada del coronavirus.
Existe cierto consenso de que la crisis de Covid-19 generará que la venta e-commerce alcance una cuota de mercado que no esperábamos que llegara hasta aproximadamente dentro de dos años. Y esto obligará a muchas y operadores en e-commerce a analizar sus procesos para hacer frente a esta nueva etapa. Tendrán que replantearse sus planes de expansión, tanto a nivel de tiendas físicas como a la hora de definir el peso de la venta que quieren o pueden generar en el comercio online.
En este contexto uno de los retos del e-commerce es el alcance a la última milla a través de sus plataformas o almacenes de distribución para llegar con mayor rapidez a los grandes núcleos urbanos. Y en este desafío el retail será un claro protagonista, ya que la presencia con locales en núcleos urbanos permitirá a los distribuidores dar un mejor servicio a la venta online, y generar importantes ahorros en los costes de distribución. Por eso esperamos ver cambios en los layouts de los operadores, dedicando mayores superficies para sus almacenes.
Además, en Knight Frank creemos que, una vez recuperada la normalidad (o una nueva normalidad), recuperaremos también, y de una forma importante, la compra presencial. Los españoles, por nuestra idiosincrasia y nuestra forma de relacionarnos, preferimos la tienda física, y si algo hemos comprobado en estos días es que la interacción humana nos es más esencial que nunca, y tenemos más ganas de salir y de juntarnos que nunca.
Tanto comercios como restaurantes esperan el momento de poder abrir de nuevo sus puertas y, aunque no será fácil, poco a poco se recuperará la normalidad. La situación que estamos viviendo ha hecho que valoremos más el aspecto emocional de lo que teníamos: tomar el aperitivo los fines de semana, quedar a comer con amigos o familiares, disfrutar de la gran oferta gastronómica que tenemos en España… Y aunque sea con nuevas medidas de obligado cumplimiento y con limitaciones, esto provocará un repunte y una recuperación en el consumo.
Por eso confiamos que, una vez superada la famosa curva de la crisis sanitaria, veremos una recuperación progresiva y relativamente rápida en el consumo, teniendo en cuenta la gravedad incomparable de la crisis. Uno de los factores clave será la vuelta a la actividad del sector turístico, algo que probablemente se empiece a ver a partir del último trimestre del año.
Antes de eso veremos cómo se pondrán en marcha iniciativas para estimular el consumo, en parte mediante promociones agresivas de precio. Esto propiciará que algunas marcas intenten vender directamente, eliminando intermediarios, y contribuirá a que los retailers de precio vean crecer sus negocios en el corto plazo. Del otro lado de la balanza, es de esperar que el pequeño comercio de barrio se vea perjudicado precisamente por este factor precio.
Y aunque el impacto en la economía de esta situación es innegable, hay que recordar que nos encontramos ante una crisis sanitaria, y no una económica como fue la de 2008. Esto significa que a día de hoy sigue existiendo liquidez en el mercado, por lo que la inversión no debería verse mermada tan directamente como entonces. Posiblemente habrá correcciones de precios, pero los activos prime, tanto de centros comerciales como de High Street, seguirán siendo prime después de estas semanas. Además, en estos días no se está notando un menor apetito inversor, por lo que esperamos que el mercado empiece a estabilizarse en cuanto se vayan retirando las medidas de confinamiento.
Como en tantas otras cosas, el factor tiempo tendrá una importancia vital, y esta recuperación vendrá muy marcada por el cuándo y el cómo se vayan reanudando las distintas actividades económicas y sociales. Aunque ya vamos teniendo visibilidad sobre el fin del confinamiento, y podemos suponer cuáles serán las medidas de precaución ante la apertura del comercio, el tiempo será la clave en la velocidad de la recuperación para que llegue un claro repunte del consumo.