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Alfonso Cortina y ‘El Pocero’, símbolos del boom inmobiliario, fallecen por coronavirus

El coronavirus se lleva también símbolos de la historia constructora española. Alfonso Cortina, hermano de uno de los Albertos, y Francisco Hernando, conocido como Paco el Pocero, han fallecido dejando escritas páginas controvertidas del ladrillo español.

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El empresario junto a su mujer, Miriam Lapique.

El coronavirus se lleva también símbolos de la historia constructora española. Alfonso Cortina, hermano de uno de los Albertos, y Francisco Hernando, conocido como Paco ‘el Pocero’, han fallecido dejando escritas páginas controvertidas del ladrillo español.

Alfonso, junto a su hermano y primo, conocidos como los Albertos, fueron asiduos de la jet set empresarial en los ochenta y noventa, y habituales de los consejos de administración y las presidencias de reconocidas empresas españolas. Alfonso, en concreto, ingeniero industrial y economista e hijo de un ministro de Exteriores del Gobierno franquista de Arias Navarro, es conocido por ser presidente de la compañía Repsol entre los años 1996 y 2004 y de la inmobiliaria Colonial entre los años 2004 y 2006.

Aunque su trayectoria es mucho más significativa en la banca y la construcción; su hermano Alberto se casó con Alicia Kloplowitz, mientras su primo, también Alberto aunque Alcocer de apellido, lo hizo con Esther; ambas las herederas de la constructora FCC.

Alfonso ha sido consejero del BBVA, del Banco Central, del Zaragozano, de FCC, Ferrovial, y miembro del comité ejecutivo de COTEC (Fundación para la Innovación Tecnológica), entre otros cargos.

En su carrera profesional, que comenzó en 1968 cuando se incorporó al grupo del Banco de Vizcaya, primero como ingeniero jefe de los Servicios Técnicos del Banco de Financiación Industrial y, más tarde, como vicepresidente de la entidad, estuvo muy vinculado al sector bancario en un primer momento, y asistió a la formación que es hoy el grupo BBVA. En 1974 fue designado director general de la inmobiliaria Bancaya, propiedad del Banco de Vizcaya, donde permaneció hasta 1982, cuando se marchó al Banco Hispano Americano como consejero delegado de la sociedad de crédito Hispano Hipotecario.

Dos años después fue consejero delegado el de vicepresidente de Hispano Hipotecario, a la vez que fue nombrado presidente de la Asociación Hipotecaria Española y miembro del comité ejecutivo de la Federación Hipotecaria Europea. Y, entre 1982 y 1985, presidió la Sociedad de Tasación.

Al tiempo, comenzó en el año 1984 en el grupo Construcciones y Contratas, donde se encargó de la gestión de Portland Valderrivas como vicepresidente y consejero delegado. En 1990, pasó a ser el presidente del grupo.

Torres Kio

Entre marzo de 1995 y septiembre de 1996 fue presidente de Produsa, una sociedad integrada por FCC, Caja de Madrid, Banco Central Hispano y Abengoa para reanudar y concluir la construcción de las Torres KIO de Madrid, paralizada por la suspensión de pagos de Urbanor. También el nombre de los Cortina y su primo Alberto Alcocer, aparece en algunos sumarios judiciales.

En 2007 fue nombrado principal representante de la firma de capital riesgo Texas Pacific Group (TPG) en el mercado español.

Hernando y Seseña

Francisco Hernando o ‘el Pocero’, como se le conoció en alusión a uno de sus múltiples oficios antes de dedicarse a la construcción de vivienda, falleció el pasado viernes por el virus. Antes de saltar a la fama por la construcción de una macrourbanización en la localidad toledana de Seseña -hoy un complejo con la mitad de las viviendas proyectadas y con gran parte de sus pisos en subasta-, fue un empresario español conocido por la construcción de edificios y grandes urbanizaciones.

De joven recicló basura, se dedicó a la recogida de cereal, fue repartidor de carne, trabajó como repartidor de agua entre los obreros de la empresa constructora Urbis durante las obras del barrio de Moratalaz y vació alcantarillas, profesión con la que comenzó a ganar dinero y por la que es conocido su apodo.

Con pocos conocimientos de construcción, como se puso de manifiesto en múltiples obras, tuvo la habilidad de entablar alianzas urbanísticas en diversos municipios de Madrid y Castilla la Mancha, además de posicionarse en la compra de grandes bolsas de suelo rústico para recalificar. De hecho, su nombre aparece en algunos sumarios judiciales relacionados con recalificaciones y tráfico de influencias.

Su gran proyecto fue una macrourbanización llamada El Quiñón ubicada en el pequeño municipio de Toledo de Seseña, donde tenía previsto construir más de 10.000 viviendas. Finalmente, con su promotora, Onde 2000, levantó unas 5.000, de las que más de la mitad acabaron en manos de los bancos al no poder hacer frente a sus deudas.

Tras el hundimiento de su empresa con la burbuja inmobiliaria, probó suerte en Guinea Ecuatorial con el desarrollo de vivienda social, con planes para construir 88.000 unidades, que, finalmente, corrieron desigual fortuna que sus proyectos en España.

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