En esta sociedad dominada por el exceso de información, nos falta tiempo para detenernos y discernir, con pausada reflexión crítica, entre lo cierto y lo incierto; de manera que se produce la paradoja de que aquello que más se hace ver en las pantallas es lo que se impone, independientemente de su verdadero valor.
El mundo inmobiliario no es ajeno a esta dinámica, afortunadamente el ciudadano, por general responsable y diligente respecto a la que suele ser la mayor inversión de su vida, recurre habitualmente al profesional inmobiliario para depurar el grano de la paja, garantizando un justo acuerdo y evitando así contratiempos.
Durante este proceso, el interesado puede acceder a la práctica totalidad de la oferta, a la negociación, al contrato, y a la tramitación administrativa y fiscal de su operación, sin embargo, y salvo necesidades puntuales, su contacto con la valoración inmobiliaria suele limitarse a la tasación necesaria para obtener un préstamo bancario. Dicha tasación tiene un coste discreto, normalmente es aportada por la entidad, y suele resultar favorable para la operación, por lo que el cliente la percibe como un trámite más, y no suele detenerse en su análisis.
Si entramos en este terreno, nos encontramos, igualmente, envueltos en una enorme vorágine de información, sobre tipos de valor de un inmueble (fiscal, hipotecario, catastral, …); con diferentes metodologías (comparación, capitalización, reposición, …); plagadas de complejas fórmulas provenientes, por lo general, de las matemáticas financieras; y con una oferta gigantesca de publicaciones estadísticas sobre el valor de los inmuebles, de noticias al respecto, y de programas informáticos, muchos online y gratuitos, que supuestamente nos permiten valorar cualquier finca en cuestión. El caldo de cultivo está hecho: Al ser mayoritaria la tasación hipotecaria, y también su publicidad, la calle empieza a asumir como verdad que es esa la valoración correcta y la adecuada para cualquier asunto en el ámbito inmobiliario, que son los profesionales que las realizan los únicos idóneos, que son las empresas en las que se integran (las sociedades de tasación) las exclusivamente legitimadas para emitir informes de valoración, y que su Orden ECO 805/2003 es la imprescindible, la que fija todo criterio, y poco menos que la panacea de la tasación. Nada de esto es así.
Acompañar al cliente
El Agente de la Propiedad Inmobiliaria puede y debe, durante el proceso de compra-venta en el que acompaña a su cliente, aportar también el valor añadido a sus servicios de clarificarle toda esta cascada de información, haciéndole ver claro el ejercicio de la Valoración del Inmueble, tanto para ayudarlo a posicionarse como vendedor o como comprador en el precio más certero, como también para asesorarlo y apoyarlo a la hora de la obtención del préstamo bancario, poniéndole así de manifiesto su condición de Perito en esta materia. Tal condición no es en absoluto grandilocuente; al contrario, es sencilla y bien real. Tan solo hemos de leer, en el diccionario de la R.A.E. su simple definición: Experto o entendido en algo.
Los Apis deben poner en valor estos conocimientos y la pericia que su actividad profesional les aporta, permitiéndoles conocer de primera mano todas esas cuestiones que son las que van a determinar el valor real de un inmueble. ¿Qué profesionales son los que intervienen en las negociaciones entre las partes para la fijación del precio de venta de una finca?, ¿quiénes los que tienen experiencia en qué cosas valora realmente, y en qué medida, una joven pareja, unos padres de familia, un empresario o un agricultor, a la hora de elegir o pagar más o menos por su primera o segunda residencia, por el local o nave industrial donde desarrollar su negocio, o por la finca en la que obtener sus cosechas?; ¿quiénes los que tienen práctica en negociar, contratar, y ejecutar una reforma, o toda una promoción?, ¿o quiénes los que están en contacto directo y permanente con los movimientos y tendencias que experimenta la oferta y la demanda? Y, sin pretender restar capacidades a nadie, ¿cuántos de los actuales técnicos tasadores hipotecarios intervienen en estos asuntos?
¿Somos o no somos los agentes inmobiliarios expertos o entendidos en estas materias? Si hay algo más allá de toda duda es que el Api es un excepcional experto en el mercado de los bienes inmuebles y, por tanto, en saber qué valor tiene una finca determinada, en un lugar y en un momento concreto.
Precisamente por y para ello, debemos reivindicar el ejercicio de esta pericia y formarnos con rigor a tal objeto, conociendo con detalle las legislaciones, las metodologías y sus cálculos, los tipos de valor inmobiliario, las fuentes estadísticas y los recursos online disponibles; para poder plasmar en nuestro Informe de Valoración de una manera directa y legible, y con el debido fundamento lógico y técnico, aquello para lo que se nos requiera y que nuestros conocimientos y experiencia nos permite dictaminar. Será así como podremos recuperar la posición que nos corresponde y ser el referente elegido por ciudadanos, empresas y administraciones para cubrir todas las necesidades, de variadísima tipología, de la valoración inmobiliaria, incluyendo también el ejercicio de la tasación hipotecaria, que, por naturaleza, por la sola definición de nuestra profesión, nos es consustancial.
Trabajar con personas, no con inmuebles
El Agente de la Propiedad Inmobiliaria no trabaja con inmuebles, trabaja con personas, poniéndose a plena disposición de sus clientes y de las necesidades de éstos a lo largo de todo el complejo proceso de la transacción de una finca, y prestándoles servicios profesionales con un valor añadido tal que le permite devengar unos honorarios justos y proporcionados. Y en esa línea se preocupa por incrementar cada día la calidad y cantidad de ese valor añadido. Es por ese impulso de mejora por lo que no puede entender el ejercicio de la valoración de inmuebles como secundaria, como una actividad menor a dejar en manos de otros. El Agente ha de adquirir conciencia de que es él el verdadero Perito Inmobiliario.
Siendo realista, no puedo dejar de observar con tristeza algunos ejemplos, cuanto menos mediocres, incluso por parte de algunos de nuestros propios responsables, que en sus manuales, programas y cursos de formación, denotan que aquella desinformación por exceso de información tiene a muchos de nosotros, también, calados hasta los huesos, algo que debemos solventar y que confío que será así.
El deseo de crecimiento profesional incuestionablemente existe, todos queremos mejorar día a día en nuestro trabajo y ofrecer a los ciudadanos más y mejores servicios que redunden en su satisfacción. Ahora bien, la conciencia del Agente como Perito Inmobiliario de referencia requiere por nuestra parte claridad y unidad de criterio (con un modelo de Informe propio); y un serio esfuerzo en formación. La tarea será ardua, pero estamos acostumbrados a los retos. Su consecución, junto a la de otras, pasa necesariamente por el abandono de la atomización en la que estamos inmersos, con un foro común a todos en el que todos podamos aportar y sumar para un mismo objetivo, que no puede ser otro que el de la mejora, y su reconocimiento, de nuestra profesión.