Ya estaban aquí desde hace algunos años, abriéndose camino y ganando seguidores poco a poco y, sin lugar a duda, a medio-largo plazo habrían acabado por asentarse en nuestro contexto social como patrones habituales de trabajo y residencia.
Sin embargo, la entrada en escena de la pandemia que nos asola va a suponer un fuerte catalizador del proceso, imprimiendo velocidad en su desarrollo, al convertirlas en alternativas muy interesantes y deseadas, fundamentalmente entre las franjas más jóvenes de la población activa, por sus excelentes posibilidades de fructífera aplicación al nuevo escenario que se vislumbra, especialmente una vez que la crisis sanitaria sea resuelta.
Su repercusión en el sector inmobiliario va a ser directa, no sólo desde el punto de vista de nuevas opciones a través de las cuales ejercer la profesión sino, muy especialmente, en cuanto a los nichos de acción que se abren para la realización comercial de este tipo de espacios.
Modalidades
Aunque estos modelos son conceptos ya conocidos por muchos (sobre todo los dos primeros), resulta de interés hacer un breve repaso de cada uno de ellos:
Coworking o Cotrabajo o Trabajo Cooperativo. Respecto a este formato, conviene diferenciarlo de otro sistema conocido como “Business Center” o “Centro de Negocios” con el cual es muy usual que se confunda. Un Centro de Negocios es un espacio de trabajo en el cual un profesional puede alquilar una oficina junto con todos los servicios necesarios para desarrollar su actividad, abonando una determinada cantidad por ello y reduciendo así los costes que tendría en un modelo tradicional. Su recorrido termina ahí.
Un Cotrabajo, o coworking, va mucho más allá y es un espacio de trabajo compartido enfocado a cooperar y a generar sinergias, en el que se fomenta la vida socio-laboral en colaboración. Un lugar en el que el profesional dispone también de un puesto de gestión equipado con todos los servicios requeridos para poder trabajar en su proyecto de manera totalmente independiente, pero, a la vez, tiene la posibilidad de poner en común ideas, iniciativas, recursos, objetivos y problemas y sus posibles soluciones con los restantes compañeros, aportando valor y propiciando líneas de cooperación que redunden en beneficio de todos.
Por tanto, la esencia del Cotrabajo radica en la idea de comunidad y de los beneficios que dimanan de la gestión fluida y eficaz de las sinergias que ofrece, y así es de gran utilidad (por no decir imprescindible) que en el mismo exista la figura del Gestor Comunitario o “Community Builder”, quien será el encargado de promover, dinamizar y potenciar toda esta colaboración socio-laboral, maximizando la rentabilidad profesional que ofrece.
Coliving o “Co-viviencia” o Residencia Colaborativa. Es éste un modelo que surge como una evolución natural del anteriormente visto, dando un paso más desde el coworking para ampliar el círculo de interacción hasta la propia convivencia de los implicados, con el objetivo de compartir mucho más que proyectos profesionales y entablar vínculos personales entre ellos, de los que pueden surgir oportunidades aún más interesantes.
En el coliving o “co-vivencia” ya no solo se comparten espacios de trabajo sino también espacios para vivir (que no sólo para habitar) con todo el recorrido que ello conlleva (residencias, áreas de oficina, supermercados, bibliotecas, gimnasios, restaurantes, cafeterías, discotecas, cines, zonas verdes…, todo aquello que se quiera incorporar y sea viable). Este modelo refleja, ciertamente, una nueva filosofía de vida que busca potenciar las sinergias profesionales y sociales de los participantes hasta su máxima expresión.
La figura del Gestor Comunitario es igual de esencial que en el caso anterior e incluso cobra mucho más sentido y amplitud de acción.
Workation o “Trabajo Vacacional”. Éste es un concepto mucho más novedoso que los anteriores y, aunque ya tenía un cierto recorrido, ha sido a raíz de la actual situación de pandemia que vivimos cuando realmente ha empezado a tomar cuerpo.
El nombre que se le asigna nace de la unión de los términos ingleses “work” (trabajo) y “vacation” (vacaciones) y, como se puede deducir, su propósito es el de posibilitar que se desarrolle la actividad profesional desde lugares especialmente diseñados para vivir y trabajar y, además, poder disfrutar también de planes de ocio al más puro estilo de las etapas vacacionales.
En su planteamiento más genuino supone igualmente una evolución desde el modelo de coliving, dando otro nuevo paso en busca de un incremento en la calidad de vida y paralelamente, como consecuencia natural de ello, en el rendimiento profesional obtenido.
Todo apunta a que este formato va a experimentar un relevante desarrollo y no solo grandes empresas e importantes cadenas hoteleras están apostando por él, sino que hasta algunos países y territorios con perfiles idóneos (por ejemplo, Barbados, Bermudas, El Algarve, etc.) ya han iniciado serios proyectos de impulso e implementación de estos novedosos espacios.
Este escenario, que se afianza por la entrada en juego del teletrabajo como una opción cada vez más consolidada y que ha llegado para quedarse (tal y como todos los pronósticos apuntan) abre nuevos campos de acción dentro del sector inmobiliario y ofrece al profesional la ocasión de entrar en la comercialización de este tipo de productos, formándose, por supuesto, convenientemente para conocer y controlar a la perfección las particularidades e idiosincrasia propias de este mercado en el que operar.
Así, en la constante línea de cambio y evolución en la que todo se mueve, y por lo que a la esfera de las transacciones de inmuebles compete, veremos como mientras algunos sectores de actividad profesional de amplia tradición irán reduciendo en parte su cuota de negocio (como será el caso de los locales al uso destinados a actividades comerciales y de servicios) otras nuevas franjas de actuación irán tomando posiciones y generando oportunidades de trabajo.
Sin duda será interesante ir siguiendo su desarrollo.
