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Cada cambio de fase en la desescalada, incrementa un 15% las operaciones inmobiliarias

Photo by Manuel Peris Tirado on Unsplash

Con cada cambio de fase, parece que el futuro se vuelve más claro. No digo mejor, ni peor, pero si más claro. Sabemos con mayor claridad a qué atenernos en función de cómo esta situación ha afectado a nuestras finanzas personales, a nuestras empresas y a nuestros trabajos.

En las más de 130 oficinas con las que Alfa Inmobiliaria cuenta por todo el país, la historia se repite. Cada vez que una provincia entra en una nueva fase, simultáneamente se produce un repunte de la actividad cercano al 15%. No se trata de que las operaciones crezcan un 15%, pero si la actividad en general. Las llamadas a la agencia, las visitas, las consultas al banco, etc. Aún no podemos decir que las ventas se hayan disparado en las zonas que se encuentran en fase II y III, pero si que existe un mayor movimiento.

Es cierto que este incremento no se da de forma homogénea y que el sector está en pleno cambio. En concreto, en estas primeras semanas estamos notando un movimiento muy importante -algo por encima del 10%- en los alquileres. El alquiler es un bien de primera necesidad y, al haber estado casi tres meses prácticamente parado, existe una importante demanda embalsada. La previsible dificultad en el acceso a la vivienda también está girando a muchos potenciales compradores hacia el alquiler.

Pero no se trata exclusivamente de jóvenes que ya habían tomado la decisión de independizarse por primera vez. Percibimos también cambios, o deseos de cambio, de familias que se interesan por modificar su estilo de vida. En algunos casos buscando una vivienda más económica y adaptada a sus nuevas necesidades, o familias que analizan la opción de vender sus viviendas ya pagadas, y en muchos casos en barrios muy consolidados y valorados, para trasladarse de alquiler a nuevos entornos, en muchos casos a viviendas más amplias, luminosas, con jardín, etc.

A estas circunstancias, se suma el hecho de que repentinamente han entrado en el mercado un alto número de viviendas, procedentes en su mayoría del alquiler vacacional o temporal y cuyos propietarios que ven difícil obtener a corto plazo rentas en una actividad tan ligada al turismo. A estos se suman también muchas propiedades que hasta la fecha habían estado “cerradas” y que ante las previsibles dificultades económicas, sus dueños han optado por sacarlas al mercado.

Qué pasa con las compraventas:

Las compraventas también están cogiendo velocidad, especialmente con cada cambio de fase. Las oportunidades generadas por el COVID de trabajar a distancia, la búsqueda de viviendas más amables con las personas, y los cambios en la situación profesional y personal de muchos españoles, están generando importantes movimientos en el sector inmobiliario.

Esta situación, así como una voluntad creciente de empresas y administraciones de facilitar el acceso de las personas a una vivienda digna, creo que llevarán a que el mercado inmobiliario sea uno de los que se reactive antes y que resulte menos castigado por la crisis.

Cómo vemos el futuro inmediato:

Sin querer obviar el lamentable saldo que deja esta crisis a nivel familiar y económico, creo que un razonable ajuste de precios puede puede llegar a ser una palanca para que crezca el número de operaciones inmobiliarias por parte de aquellas familias que, a los precios de finales de 2019, no podían acceder. Un mercado necesita cordura y sensatez, algo que en el sector inmobiliario a veces parece que olvidamos. Y esta podría ser una buena ocasión para implantar nuevas formas de actuar.

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