Los espacios flex aterrizan en España en 1981 de la mano de la firma Lexington. Conocidos como centros de negocios, eran espacios en los que el operador configuraba despachos que se alquilaban a distintas empresas y estas compartían servicios comunes como la atención telefónica, la secretaría o el equipo de limpieza. “No se hacía nada de networking, ni eventos; antes no se desarrollaba el concepto de comunidad”, explicó David Vega, CEO de Lexington.
El consejero delegado de la compañía explica lo complicado que fueron los principios en España. “En España no se demandaban porque no se conocían y porque iban en contra de la naturaleza del español. […] Las empresas españolas creían que ubicarse en un espacio como este era síntoma de precariedad”.
Esto obligó a cambiar su target de cliente y encaminarse hacía el exterior. En ese momento se centraron en las empresas extranjeras que venían a España, con las que sí habían validado que el modelo funcionaba, importado del mundo anglosajón. “Eso ha hecho que con los años nosotros nos hayamos especializado en este tipo de cliente y hoy en día más del 80% de nuestra cartera de clientes sean compañías extranjeras multinacionales”, precisa Vega.
La primera apertura en el año 1981 fue en Paseo de la Castellana 141. Este espacio de 2.000 m2 está en la vigésima planta del edificio. A continuación, abrieron uno cerca, en Orense 85. En el año 1998, expandieron la marca a Barcelona. Otro de los hitos fue su apertura en La Moraleja. Este fue el primer centro fuera del centro de la ciudad, pero lo abrieron por “su gran desarrollo empresarial”.
Proyectos en España
Cuarenta años después, en el pipeline de próximas aperturas, Lexington está en negociaciones con una propiedad para abrir en Barcelona un espacio de 4.300 m2, que podría ser inaugurado en 2022, según desveló su CEO a Brainsre.news
Además, ofertarán un nuevo espacio en Jorge Juan 35, Madrid, también el próximo año. En el espacio ya disponible de Príncipe de Vergara incorporarán una planta extra.
Los espacios que ofrece Lexington nunca son de menos de 1800 m2 porque a partir ahí comienzan a generar economías de escala, aunque pueden llegar hasta los 4.500 m2. “Buscamos ubicaciones buenas y consolidadas, edificios representativos y con certificados de sostenibilidad. La planta importa porque no comercializamos espacios interiores sin luz natural. Buscamos plantas que tengan una configuración determinada y por eso no todos los edificios nos sirven”, añade.
“Para nosotros la ubicación ha sido una de las piezas fundamentales sobre las que desarrollar nuestras aperturas”, asegura Vega.
Un modelo resiliente a las crisis
El modelo de Lexington consiste en firmar primero un contrato con la propiedad. Después, con cada empresa se firma un contrato de arrendamiento de servicios, exento de cumplir la Ley de Arrendamientos Urbanos.
Los contratos que firma Lexington con las empresas van desde uno a tres años lo que; en caso de cese de la actividad, como ocurrió durante la pandemia, le asegura el cobro de sus rentas. “El riesgo que hemos tenido nosotros con la pandemia era que la empresa tuviese una quiebra y no pudiese hacer frente a los contratos. Además, como tenemos contratos de más corta duración que 5-7 años, sí hemos tenido alguno que ha alcanzado su vencimiento”, argumentó.
La compañía de espacios de oficinas vio reducida en un 22% su facturación en 2020.
El sector flex, un sector con margen de crecimiento
Según las estimaciones que maneja el directivo de Lexington, los espacios flex representarán el 30% de los metros cuadrados contratados en el segmento de oficinas. En ciudades como Ámsterdam o Londres, actualmente, suponen el 5% o 6%; y en Madrid y Barcelona el 1,2% y 1,4%, respectivamente.
David Vega explica lo que tienen delante: “Solo para equipararnos a Londres y Ámsterdam nos quedaría hacer el sector cinco veces más grande. El potencial de crecimiento es muy grande”.