2021 ha acabado siendo el año en el que la palabra metaverso ha competido con otros términos como vacuna —vencedora, finalmente— criptomoneda o negacionista, por erigirse como palabra del año según la FundéuRAE. Y comenzamos 2022 con multitud de noticias en torno a estos universos virtuales que, más pronto que tarde, formarán parte de nuestras vidas.
La película de Kubrik, estrenada en el 68, abordaba temas como la evolución humana, la tecnología, la inteligencia artificial y la vida extraterrestre. Temas que hoy siguen estando de rabiosa actualidad. Solo hace falta cambiar vida extraterrestre por vida virtual y ya tenemos nuestra particular “odisea del metaverso”.
Pero ¿qué es realmente el metaverso y cómo este mundo virtual va a impactar, o lo está haciendo ya, en nuestras vidas?
Si seguimos en la línea de la FundéuRAE, metaverso es el término que se utiliza para describir una representación de la realidad llevada a cabo mediante programas de realidad virtual. Coloquialmente, hablamos de universos alternativos, paralelos y virtuales. Una realidad distópica que hasta hace muy poco parecía relegada al mundo gamer y que, Zuckerberg mediante, parece que en un futuro no muy lejano será parte de nuestro día a día. Sin embargo, las opiniones más críticas argumentan que si algo nos aleja momentáneamente del metaverso es su accesibilidad, puesto que es necesario cierta tecnología de realidad virtual y realidad aumentada que todavía no está del todo extendida.
A través del uso de NFTs, y gracias a la tecnología blockchain, sectores como por ejemplo el artístico ya han empezado a experimentar lo que el metaverso puede suponer para ellos: espacios donde creadores y coleccionistas pueden exhibir y vender sus obras, contando con avatares en 3D que hacen la experiencia virtual aún más real.
Y el inmobiliario no se está quedando atrás. A lo largo de 2021 hemos oído hablar de operaciones de inversión inmobiliaria que han movido millones de dólares.
Tokens.com, una empresa centrada en NFT y bienes raíces del metaverso, adquirió el 50% de Metaverse Group, una de las primeras empresas de bienes raíces virtuales del mundo, por alrededor de 1,7 millones de dólares.
El mundo virtual ha comercializado ya terrenos por valor de 100 millones de dólares y Decentraland, una de las plataformas de realidad virtual más desarrolladas, ha protagonizado una de las operaciones récord, llegando a alcanzar 2,4 millones de dólares por una parcela en una única transacción.
Sin embargo, el suelo virtual no es el único activo que se está transaccionando. Hace tan solo unos días, la inmobiliaria One Sotheby’s comunicaba la primera transacción de un activo real en el metaverso.
Una línea cada vez más fina es la que separa realidad de ficción. Existen metaversos en los que se comercializan réplicas exactas de nuestro planeta. ¿Te imaginas caminar por Madrid y decidir comprar la catedral de la Almudena? ¿O tener una participación de la Sagrada Familia? Así es el metaverso de ORV, basado en realidad aumentada, donde, a través de una aplicación móvil, los usuarios pueden comprar, vender y visitar terrenos a lo largo de todo el mundo físico. Convertirse en un auténtico inversor inmobiliario en el metaverso a golpe de token.
Con todo esto se abre también la veda para que todos aquellos agentes proveedores del inmobiliario se posicionen en el metaverso. La compañía estadounidense Metaverse Property, por ejemplo, ya ofrece servicios de consultoría e intermediación en las principales plataformas virtuales. No en vano, se denominan a sí mismos “la primera inmobiliaria virtual del mundo”.
Todo hace indicar que 2022 será sin duda el año del metaverso y desde el sector inmobiliario tendremos que estar muy atentos a su desarrollo.
La odisea ha comenzado.